martes, 25 de septiembre de 2007

En un instante, se dio cuenta que no podía reconocer el sitio en que se encontraba. Curiosamente no lo había notado en los minutos anteriores. O quizás había llegado recién, ya no estaba claro.
Miró a los lados y arriba. Le pareció conocido un rostro... pero no pudo recordar de quién era. Comenzó a llenarse de pavor, quiso huir... pero no supo hacia donde hacerlo.
Poco a poco empezó a perder el control de su cuerpo, hasta dejarse llevar totalmente.

Nunca supo que estaba en su propia casa, sentada en los sillones del living.

Gracias a Dios, dejó de existir antes de que descubriera que el pavor y el desconocimiento serían la tónica de su futuro si lograba mantener el control.

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