martes, 16 de mayo de 2006

"Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él.
-Maestro bueno- Le preguntó-, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
-¿Por qué me llamas bueno?- respondió Jesús-. Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: "No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre".
-Maestro- dijo el hombre-, todo eso lo he cumplido desde que era joven.
Jesús lo miró con amor y añadió:
-Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas.
Jesús miró alrededor y les comentó a sus discípulos:
-¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!
Los discípulos se asombraron de sus palabras.
-Hijos, ¡qué difícil es entar en el reino de Dios! -repitió Jesús-. Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
Los discípulos se asombraron aún más, y decían entre sí: <>
Para los hombres es imposible- aclaró Jesús, mirándolos fijamente-, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.
-¿Qué de nosotros, que lo hemos dejado todo y te hemos seguido?- comenzó a reclamarle Pedro.
-Les aseguro- respondió Jesús- que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos,hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna. Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros
".

Marcos 10:17-31

Ahí está.
Ser un joven rico.
Ser un discípulo.
¿?

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